A

Reconocida como obra anónima del siglo XVII, es la imagen titular de la Hermandad de la Resurrección desde el año de su fundación en 1987.

Procede de la Catedral de Orihuela (Monumento Nacional), donde estaba ubicada en los últimos años en el Museo Diocesano de Arte Sacro.

Es, junto con “La Diablesa”, la imagen más antigua de la Semana Santa oriolana.

Desde 1991, recibe culto, por iniciativa de la Hermandad de la Resurrección y bajo su custodia, en la Parroquia de las Santas Justa y Rufina, en el primitivo altar mayor, con la autorización del entonces Obispo de Orihuela-Alicante Monseñor Francisco Alvarez Martínez (actualmente Cardenal Arzobispo Emérito de Toledo) y del Cabildo Catedral de Orihuela.

Esta imagen protagonizó el cartel y el programa oficial de la Semana Santa de Orihuela (declarada de Interés Turístico Nacional) del año 1995.

Formó parte de la Exposición Diocesana “La imagen también es palabra”, del 18 de Noviembre al 21 de Diciembre de 1999, dentro del Congreso Eucarístico Diocesano, organizado por el Obispado de Orihuela-Alicante.

El profesor de arte Don Enrique Uceda García, ha afirmado de esta imagen:

“Podemos admirar una imagen veraz, equilibrada y serena de Cristo Salvador, de talla policromada muy sencilla”.

“El rostro trasluce iluminación interior tras el triunfo sobre la muerte. La boca entreabierta junto al gesto de la mano derecha levantada nos comunica con rotundidad la realidad de que Cristo ha vencido”.

“Esta talla policromada en tonos mates muestra a través de su conseguido modelado la superficie de la figura, notándose la carne y obteniendo calidades artísticas”.

“La túnica dorada y colorada se ornamenta con magníficas flores, al sujetarse en torno al cuello origina múltiples pliegues, consiguiendo efectos pictóricos y dando mayor consistencia y elegancia a esta figura”.

El trono actual es obra de los oriolanos Ricardo Cánovas Pérez y Víctor Sánchez Balaguer. Es portado a hombros por los hermanos de la Resurrección.

Existe una reproducción de esta imagen del Salvador Resucitado en la Iglesia Ntra.Sra.de la Merced, Museo de Semana Santa de Orihuela, realizada para la Hermandad de la Resurrección por Artesanía Cánovas. La peana es de madera, siendo su autor Jesús Esquer Cuenca y el banderín realizado por Virginia Martínez Ruiz, Hermana Fundadora. Año 2003. Esta imagen fue bendecida, en la Iglesia de Ntra.Sra. de la Merced, por D.Miguel Riquelme Pomares.

FICHA TÉCNICA

Denominación: Salvador Resucitado.
Autor: Anónimo, siglo XVII.
Altura: 117 centímetros. Peana: 42 x 29 cm., altura: 13 cm.
Propiedad: Cabildo Catedral de Orihuela.
Potencias: Hnos. Martínez de Orihuela, año 1995 , Hermandad de la Resurrección.
Bandera: realizada en madera por Jesús Esquer Cuenca, con banderín realizado por Carmen Perales Hernández, año 1988, Hermandad de la Resurrección.
Exposiciones: “La imagen también es palabra”, sala de exposiciones CAM de Orihuela, año 1999, Obispado de Orihuela-Alicante.
Restauraciones: reposición de un dedo y acondicionamiento general, por Jesús Esquer Cuenca, dorado por Francisco Peñalver Cases, año 1988, Hermandad de la Resurrección.
Trono: Obra de los oriolanos Ricardo Cánovas Pérez y Víctor Sánchez Balaguer, año 2002, Hermandad de la Resurrección.
Ubicación de la imagen: Iglesia de las Santas Justa y Rufina.
Ubicación del trono: Iglesia Ntra.Sra.de la Merced, Museo de Semana Santa.

TRONO DEL SALVADOR RESUCITADO

Este trono, que fue bendecido por el P.Miguel Riquelme en la Vigilia Pascual de 2002, en la Iglesia de Santas Justa y Rufina, goza de varias singularidades. Está realizado en obsulite por los talleres de Artesanía Cánovas, incorporando en él diapositivas, lo que lo hacen único , que se conozca, en el mundo. Además, una de las diapositivas, la que va en la parte de atrás, es cambiable cada año, dependiendo del tema que se haya desarrollado en las Jornadas sobre Jesús de Nazaret, que organiza la Hermandad de la Resurrección, ese año.

A continuación transcribimos el escrito que Víctor Sánchez Balaguer, autor desinteresado de las diapositivas y diseño general del trono, leyó a los hermanos costaleros del Resucitado tras la Vigilia Pascual , antes de iniciar la procesión por primera vez con este trono en 2002, que nos ayuda a entenderlo.

UN TRONO DE LUZ

Símbolo pascual

El trono es una imagen del mundo, asimilado al Cosmos por la proyección de los cuatro horizontes a partir de un punto central que nace del caos. El simbolismo cósmico queda recogido en el espacio físico que es el trono y que pretende alcanzar a ser un espacio religioso.

Está estructurado en tres niveles o estadios: el caos original y primario; el mundo presente en el que nos desenvolvemos y vivimos, y la sabiduría, la trascendencia, el nuevo nacimiento: la resurrección.

El nivel más bajo es el caos, lo amorfo, lo no manifiesto, lo oscuro, las aguas profundas y siniestras, lo sinuoso, las regiones inferiores sobre las que debemos construir un santuario en la tierra, una libertad y una justicia en nuestro nivel, elaborando nuestro día a día en las dificultades.

Estéticamente queda reflejado mediante unas formas curvas –son las aguas en movimiento- sobre las que vemos una abstracción de la superficie y profundidades marinas.

El nivel intermedio está resguardado por cuatro columnas que sostienen la bóveda celeste bajo la que pretendemos edificar nuestro espacio religioso. Las cuatro columnas encarnan los pilares que sostienen el cielo y los cuatro laterales corresponden a las cuatro direcciones del espacio: norte, sur, este y oeste cósmicos, simbolizados en las molduras que adornan las ventanas:

El norte representa la tierra, la sumisión.

El sur el cielo, la fuerza.

El este el fuego, todos los fuegos intensos. La elegancia.

El oeste las aguas que fluyen, los ríos, los manantiales,la lluvia y la luna.

El peligro y la dificultad.

En cada lateral de este nivel intermedio –que representa el mundo, nuestro espacio vital- aparecen cinco ventanas a través de las cuales debemos mirar y encontrar las claves del conocimiento para actuar en nuestro entorno. Son ventanas de distintos estadios de reflexión.

Veremos a cada lado ventanas con bajorrelieves de las iglesias que han representado algo en la vida de la Hermandad de la Resurrección, tres templos fundamentales: al norte, San Agustín; al este, Santa Justa; al oeste, la Catedral y al sur el escudo de la Hermandad.

Encontraremos, igualmente, otras ventanas de intensa luz, sin adornos: ventanas de iluminación interior y personal en las que cada uno debe mirar y buscar por sí mismo.

Y por último, en cada lateral, tenemos una ventana a través de la cual “hay que entrar”, hay que profundizar en la mirada porque nos ofrece otros tantos motivos de reflexión y sobre los que hay que actuar en el mundo. Son sugerencias visuales que nos pueden ayudar mediante contemplación, el análisis, el diálogo…

Desde el punto de vista plástico se ha elegido la transparencia de los elementos, la variedad de la luz y las diapositivas como materiales propios de los tiempos actuales.

Y todo ello contribuye a transportarnos al nivel o estadio superior, en donde unas llamas –no agresivas, no puntiagudas e hirientes, sino de “iluminación”-, nos elevan a una extensión trascendente: la de la transformación, la resurrección, el amor a todo lo viviente. Nivel en el que nos sentimos parte integrante de algo superior, eterno e inmutable.

A través de la sutileza de luces y colores de las llamas, nos acercamos visualmente a la montaña luminosa de la que sobresale, reforzada, la imagen de Jesús Resucitado, que parece resplandecer con más fuerza por ese contraste de elementos y estilos.

Con materiales nuevos, hemos dotado de contenido simbólico al trono, realzando a la vez una talla del siglo XVII y todo ello procurando respetar el espíritu de sencillez característico de la Hermandad.

Lo que hemos construido no es un espacio geométrico, sino un espacio existencial y sagrado, que pretende servir de vehículo a lo trascendente, a lo elevado, a la transformación.

Es, pues, este trono un gran cirio pascual. Es un trono de esperanza, es un trono de Luz.

No olvidemos que lo que sacamos a la calle esta noche, desde la Hermandad, es la representación simbólica de algo tan intangible como un misterio: la resurrección.

Víctor Sánchez Balaguer

Hermano Honorario